
Pero, ¿qué son las competencias? en palabras del propio A. I Pérez Gómez son conocimientos, habilidades, emociones, actitudes y valores que cualquier persona utiliza en su día a día, es decir, recursos personales para actuar de manera activa y responsable en la construcción de un proyecto de vida tanto personal como social. En el contexto social contemporáneo, el desarrollo competencial se halla enmarcado en el paradigma del Aprendizaje Permanente (Lifelong Learning), como único enfoque para abordar la complejidad educativa a la que nos enfrentamos en un mundo complejo, heterogéneo y cambiante.
La adquisición de competencias constituye un cometido vital ineludible que cualquier ciudadano debería alcanzar tras pasar por el sistema educativo obligatorio, con el propósito de poder participar de manera activa en la sociedad. El objetivo no es otro que lograr la realización personal del individuo, para que pueda ejercer una ciudadanía política y democrática activa, para lograr incorporarse a la vida adulta de forma satisfactoria y ser capaz de desarrollar un aprendizaje permanente a lo largo de su vida.
Daniel Cassany, profesor de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, en su conferencia "Las Competencias Básicas: qué, por qué y cómo" habla sobre competencias lingüísticas, pero no es un discurso exclusivamente para docentes de lengua, es un discurso para docentes, porque el punto de vista que defiende es que la lengua, es un instrumento, una herramienta de estudio y de trabajo para el desarrollo de todos los ámbitos del conocimiento humano.
Richad Turere, un niño masai, ofrece una buen lección de adquisición competencial en un medio donde el emprendimiento y la innovación constituyen una garantía de supervivencia.
Las Competencias Clave se han trasformado en la Ítaca de las escuelas españolas y europeas, como en el canto Kavafis, debemos tenerlas siempre en nuestra mente, pero sin olvidar que cuando una competencia se alcanza, el alumnado habrá sido capaz de poner en práctica no sólo la riqueza cultural colectiva distribuida en cada contexto físico y social, sino también la riqueza individual de cada uno.
Nos hallamos frente a una oportunidad histórica para reconstruir de forma innovadora los pilares pedagógicos de las escuelas, orientando el aprendizaje de nuestros educandos a aprender a dar respuesta a las exigencias reales de la vida diaria.
Llegados a este punto, parece inevitable que la formación del profesorado deberá cobrar un papel destacado para convertirse en el instrumento necesario para desarrollar este proceso con superación, ofreciendo herramientas prácticas y provechosas para el profesorado. Desde esta perspectiva, debemos trabajar para que la práctica docente conduzca de manera eficiente a mayores niveles de éxito de nuestro sistema educativo.
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