miércoles, 28 de enero de 2015

LA ESCUELA IDEAL

Tal vez sea difícil empresa proyectar la escuela ideal, pero llegados a este punto, creo tener claro cómo quiero que sea, una escuela pública para mi hija, para mis alumnos, para todos. 
Antes de empezar a concebirla, le pregunté a mi hija y a su amigo Gonzalo, ambos de cuatro años, cómo querrían que fuese la escuela, y me han respondido que les gustaría tener más tiempo para jugar, que hubiese animales, que las seños no se enfadaran, que en el recreo hubiese castillos hinchables, sin deberes, ... Sin duda, el juego constituye su principal motivación para aprender y en su cole parecen haberlo olvidado. Pero lo que más me ha llamado la atención es la propuesta de Gonzalo “que no regañen por reír”, y es que se me hace difícil comprender una crueldad tan atroz, tan inhumana “regañar al que ríe”.

Pensando mi escuela ideal...


  • Debería de ser una escuela cimentada en el desarrollo de las emociones y en un método de enseñanza que parta de la aceptación del error para la construcción de conocimiento sin presiones, donde cada individuo autorregule su ritmo de aprendizaje.
  • Sin “deberes”. La escuela debe ser capaz desarrollar hábitos de vida saludable que el individuo ponga en práctica de forma autónoma, fuera de ella, sin más motivación que el propio placer, la búsqueda de “FLOW” en el desarrollo de tareas como la lectura, la reflexión, la búsqueda de información, el deporte, etc.
  • La evaluación tendrá como principal misión el aprendizaje del alumnado huyendo de las calificaciones, clasificaciones, jerarquizaciones, etc. de la escuela tradicional. La evaluación deberá ser el resultado del diálogo del binomio discente – docente.
  • Los docentes serán personas con un alto grado de compromiso, generosidad y amor a la profesión, con un nivel empatía inquebrantable. 
  • Las instituciones públicas deberán velar porque los docentes desarrollen su labor en las mejores condiciones salariales y laborales  y, asimismo, que dispongan de una formación permanente de calidad para el mejor desempeño de su labor.
  • Las relaciones entre el profesorado y el alumnado se establecerán desde la igualdad y la cercanía.
  • La escuela deberá derribar sus muros para integrarse en su comunidad, buscando una alta implicación de las familias y de la sociedad, en general. La comunidad debe desplegar su “sentido de propiedad” hacia la escuela pública, es decir entender la escuela como suya.
  • Deberá huir de la aspiración de la escuela tradicional que busca discentes sentados en silencio en bancas alineadas y ordenadas con simetrías. En esta escuela el rasgo diferenciador lo impondrá el “Ruido” de alumnos implicados en trabajos colaborativos para investigar y resolver problemas.
  • Una escuela que busque la equidad,  donde se consigan compensar las desigualdades de origen del alumnado, con proyectos que fomenten el papel igualador de la escuela. Se prestará una atención educativa particularizada que favorezca el máximo desarrollo posible de todo el alumnado y la cohesión de todos los miembros de la comunidad.
  • Con una oferta educativa que satisfaga las necesidades individuales de cada alumno. 
  • Que busque en la diversidad de los que componen la comunidad educativa el camino para enriquecer y hacer crecer a todo el grupo.
  • Donde la felicidad, y la risa como su expresión más inmediata, sea un reto continuo.



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